ARTICULO: JAVIER DIAZ
VIDEO: CANAL PLUS "FIEBRE MALDINI"
El fútbol ha perdido aquel halo de romanticismo que transmitía no hace tanto tiempo. A principios de los noventa se transforma en espectáculo televisado, a imagen y semejanza de los grandes eventos deportivos norteamericanos: se crea la Premier League, la Champions, y los grandes contratos televisivos sufragan fichajes estratosféricos. No por casualidad, el mundial de 1994 se celebra en Estados Unidos. La FIFA quiere abrir mercados. A partir de ese momento se abre una brecha cada vez más profunda: el éxito queda reservado para los históricos transatlánticos o para sociedades que caen en manos, desde magnates rusos a multimillonarios norteamericanos, pasando por los petrodólares de jeques de países salidos del tablero del "Petropolis".
VIDEO: CANAL PLUS "FIEBRE MALDINI"
El fútbol ha perdido aquel halo de romanticismo que transmitía no hace tanto tiempo. A principios de los noventa se transforma en espectáculo televisado, a imagen y semejanza de los grandes eventos deportivos norteamericanos: se crea la Premier League, la Champions, y los grandes contratos televisivos sufragan fichajes estratosféricos. No por casualidad, el mundial de 1994 se celebra en Estados Unidos. La FIFA quiere abrir mercados. A partir de ese momento se abre una brecha cada vez más profunda: el éxito queda reservado para los históricos transatlánticos o para sociedades que caen en manos, desde magnates rusos a multimillonarios norteamericanos, pasando por los petrodólares de jeques de países salidos del tablero del "Petropolis".
El dramaturgo más célebre de la literatura universal, William Shakespeare, desarrollaba muchas de sus obras en las ciudades de la Península Itálica. Existen debates sobre porqué el genio de Stratford-Upon-Avon centró la desventura trágica de una pareja de jóvenes, que llevan su historia de amor imposible hasta sus últimas consecuencias, en la bella ciudad de Verona. En aquella época, en la que el actual estado italiano no era ni una ensoñación, y las grandes monarquías europeas metían baza en cualquier acontecimiento de la "bota", la ciudad pertenecía a la Terra Ferma, un hinterland del reducto de libertad y libre comercio que era la República de Venecia.
Corre el año ochenta y la Federación Italiana reabre las puertas a los jugadores foráneos. Hay un auténtico desembarco de cracks como Brady, Krol o Falcao. El Hellas Verona se descompone en la Serie B atravesando grandes problemas económicos y deportivos y rozando los puestos de descenso de categoría. La contratación en 1981 de Osvaldo Bagnoli como técnico es el inicio del cuento de hadas. Su ascenso a la máxima categoría coincide con el inicio de la época dorada del Calcio: los "azzurri" son campeones del mundo y se aprueba el segundo extranjero. Es una época donde, un recién llegado puede contar en su plantel con Dirceu(el malogrado José Dirceu, que procedía del Atlético de Madrid, donde pronunció aquella lapidaría frase de "yo doy balones y me devuelven sandías") o con Wladyslaw Zmuda, líder de la mejor Polonia de su historia y con cuatro mundiales a sus espaldas.
El equipo vive unos años, plácidamente, en la parte noble de la tabla e incluso llega a un par de finales de "Coppa". Y, entonces, se presenta la temporada 84/85 del Calcio, con cromos como Platiní, Boniek, Rummenigge, Falcao, Zico, Sócrates o un recién llegado Maradona. Vamos, el "gotha" futbolístico del momento. Pero en Verona también han apostado fuerte. A un plantel de nacionales con Roberto Tricella liderando desde atrás, Antonio Di Gennaro llevando la manija en mediocampo, Giusseppe Galderisi adelante, o jornaleros como Domenico Volpati, se sumaron el tedesco Hans Peter Briegel, todo fuerza y potencia para el mediocampo y Preben Elkjaer Larssen, siendo el danés, probablemente, el mejor delantero del momento. Recuerdo personalmente, de forma especial, a Claudio Garella, cancerbero de evidente sobrepeso, que también "campeonó" con el Napoli del Diego, y a Pietro Fanna, incansable carrileros diestro de reluciente testa, ya en sus años mozos. El 3-5-2 lo completaban los "stoppers" Silvano Fontolan y Mauro Ferroni y el carrilero zurdo Antonio Marangon.
Integrantes plantilla temporada 1984/85 |
Aquella temporada, primera y última sin las ¿sospechosas? designaciones arbitrales, el Verona dominó la competición de principio a fin. Convirtiendo el Marcantonio Bentegodi, estadio de infausto recuerdo para la "Roja", que sufrió allí la tarde de oro de Dragan "Pixie" Stojkovic(por cierto, que fuera jugador de los "gialoblú"), en inexpugnable, con sólo una derrota ante el Torino de Junio, Serena y Schachner, todo el mundo esperaba que se desinflara el globo a medida que se desarrollaba la competición... Hasta qué en la penúltima jornada se proclamó campeón en su visita al Comunale del Atalanta del sueco Stromberg y un joven Roberto Donadoni. Una ciudad que no era ni capital de provincia, se hacía con el trofeo más difícil del mundo.
Squadra Temporada 1984-85 |
Varios años de romance con la Serie A, con jugadores como el bravo Thomas Berthold o los argentinos Pedro Troglio o Claudio Canniggia, con veteranos como Paolo Rossi o nacionales de nuevo cuño como Galia o Iachinni, fueron manteniendo el tipo, hasta la temporada del mundial de Italia 90, donde perdió la categoría, a Bagnoli y hasta el nombre. Problemas económicos, refundaciones, ascensos, descensos... Y la hegemonía de la ciudad que pasa al Chievo. En estos 25 años la historia de amor ya es tragedia. Aunque pasaron Robert Prytz, Raduciou, Damiano Tommasi, Gilardino, Camoranesi o Mutu, la última década es francamente olvidable.
Es inevitable trazar un paralelismo entre la llegada al equipo de Andrea Mandorlini y la de Bagnoli. Mandorlini, que vivió sus mejores años de su carrera como líbero, en la segunda mitad de los ochenta, ganando el histórico Scudetto del 89, cogió las riendas del equipo en la C-1, después de tontear con el descenso a la C-2, sustituyendo en el cargo a Giusseppe Giannini. El primer año ascendió a Serie B. Promocionó a la máxima categoría la siguiente y asciende en esta. Los cronistas hablan, del plantel actual, de los goles de Daniele Cacia, del talento del islandés Emil Hallfredsson, de la calidad del brasileño Jorginho, o de la pareja de Cacia en ataque, el argentino "Juanito" Gómez Taleb. También está en el plantel, aunque con un papel testimonial, el ex-sevillista y ex-internacional en categorías inferiores, José Ángel Crespo.
Pero ahora nadie espera que este Hellas Verona repita aquella historia. También los tiempos han cambiado desde la época del fénix de las letras inglesas. Mucho. Ya no existen románticas historias de amores imposibles, por el odio entre las familias, que prefieren la muerte a un futuro sin su amado/a. Será porque ya no se casan con quince años. La mayor tragedia, a día de hoy en Verona, es que nuestra Julieta no sea una Capuletto, sino del Chievo y nuestro Romeo no sea un Montesco, sino del Hellas y que, al final de temporada, se jueguen, en partido decisivo, la continuidad en Serie A. Nunca he vivido un Derby della Scala, pero me puedo hacer una composición.Tampoco Shakespeare estuvo nunca en Italia.